adictiva ironía

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Location: Jesus Maria, Lima, Peru

Sunday, April 01, 2007

Adiós

Me pasa lo mismo de siempre. Me propongo escribir de ti y mis dedos se entumecen encima del teclado. No es que no sepa que decir es que no sé como resumirlo, ordenarlo, expresarlo. Tal vez es tan vivo y candente lo que siento que no se puede plasmar en palabras estáticas. Existe no para ser contado sino para ser vivido. Crece no para ser almacenado sino para ser compartido. Pero no soy yo la culpable de que no sea así…

Las ideas y los planes que elaboro solo por ti son innumerables Un monosílabo de tus labios dan pie a horas de conversación en mi mente. Y empieza el aluvión desesperado de sueños. Uno sobre otro, peleándose por ser el que me robe sonrisas primero. Resulta tan complicado describirte que al segundo abdico convencida de que crear un perfil de tu persona es tan complicado como hacer un inventario de la caja de Pandora. No hay adjetivo existente que me permita hacer entender al lector la esencia de tu ser. Cómo catalogar de antemano lo espontáneo sin minar la existencia natural de lo inusual.

Entonces intento describir como te conocí. Imposible. No lo sé. Solo diré que es cierto que cuando uno quiere realmente algo tiene que propiciarlo. Si reparas a pensarlo y acabas acobardándote. No lo haces. Entonces realmente no lo querías tanto. Mi cobardía es la que escribe hoy. Mi sentido común y frustración le soplan las ideas.

Pero tiene que ser hoy. Sin tanto pensar. Adiós. Fue un placer conocerte. Aprender de ti tan solo con observarte. Dos mundos nos distancian, aunque a medio metro yo te vea. Así que me cansé de aferrarme. Tú me liberaste al conocernos. Me liberaste para esclavizarme. Y ahora que nos despedimos, me liberas de nuevo.

Friday, November 10, 2006

MOJADO

Es la razón del post que está por salir del horno. Encontré la inspiración en este escritor disfrazado de cantante.

Empacó un par de camisas, un sombrero, Su vocación de aventurero, seis consejos, siete fotos, mil recuerdos, Empacó sus ganas de quedarse, Su condición de trasformarse en el hombre que soñó y no ha logrado, Dijo adiós con una mueca disfrazada de sonrisa, Y le suplicó a su Dios crucificado en la repisa el resguardo de los suyos, Y perforó la frontera, como pudo. Si la luna suave se desliza, Por cualquier cornisa sin permiso alguno, Por qué el mojado precisa, Comprobar con visas que no es de Neptuno. El mojado tiene ganas de secarse, El mojado está mojado por las lágrimas que bota la nostalgia, El mojado, el indocumentado, Carga el bulto que legal no cargaría, ni obligado, El suplicio de un papel lo ha convertido en fugitivo, Y no es de aquí porque su nombre no aparece en los archivos, Ni es de allá porque se fue. Si la luna suave se desliza, Por cualquier cornisa sin permiso alguno, Por qué el mojado precisa, Comprobar con visas que no es de Neptuno. Mojado, Sabe a mentira tu verdad, sabe a tristeza la ansiedad, De ver un freeway y soñar con la vereda que conduce hasta tu casa. Mojado, Mojado de tanto llorar sabiendo que algún lugar, Te espera un beso haciendo pausa desde el día en que te marchaste. Si la luna suave se desliza, Por cualquier cornisa sin permiso alguno, Por qué el mojado precisa, Comprobar con visas que no es de Neptuno. Si la visa universal se extiende el día en que nacemos y caduca en la muerte, Por qué te persiguen mojado, Si el cónsul de los cielos, Ya te dio permiso.
* La autoría le corresponde a Ricardo Arjona. Si no mantengo la estructura original es porque lejos de ser letra de una canción es el relato descarnado de nuestra bochornosa realidad.

Saturday, May 20, 2006

La niñita reina

“La pollera colorada”, “Caballo viejo” entre otras pegajosas canciones han sido señal inequívoca de reunión de los Reina y de su chispa particular. Mis vecinas y entrañables amigas desde siempre no pierden ocasión de decirme cuando escuchan esas canciones: “Esas son Reina”.

Pero los Reina son más que alegres melodías. Desde fiestas de carnavales hasta yunzas improvisadas en la casa de mi Papá Cochito en Breña, siempre hay motivo para juntar a la familia. Y por eso es que a pesar de todas las ideas que navegan por mi mente dignas de un post, elijo a mi familia. Sí señor, porque en este caso no es cliché; mi familia es única. Si lo sabré yo. Pero esta unión familiar ya extraña en la sociedad moderna no llegó gracias al azar sino al esfuerzo de los troncos de este clan, en especial a uno.

La vi bailar marinera con un caballo de paso, observé su sonrisa al obligarnos a jugar charada en los clásicos “panderos mensuales”, me reí con ella cuando mojaba a todo visitante que llegaba a nuestras fiestas de carnavales y comí cantidad de rosquitas con su respectivo cafecito cada vez que la visitaba. La mejor anfitriona hasta la fecha. “La Niñita” con sus varias décadas encima sí que era para quitarse el sombrero. Su sola presencia se imponía, su postura siempre erguida, sus aretes brillantes, sus labios muy bien pintados, sus grandes ojos Reina y su sonrisa sin igual ameritaban el apelativo de “niñita”, porque con la picardía de un niño nos alegraba la vida.

Así que mientras mis amigos tenían a su tía Marujita, Rosita o Juanita; yo tenía a mi “niñita”. Doris Reina Noriega es la única hermana mujer de los Reina, y pues digna a su sobrenombre, sus hermanos la veían como “la niña de sus ojos”. Ella siempre incentivaba las reuniones familiares y con un brío particular estrechaba los lazos de esta estirpe. El amor por su familia lo llevaba a flor de piel y no temía manifestarlo con el acento chachapoyano al que Lima no pudo vencer.

Yo la recuerdo como alguien incansable, idealista y noble. Se preocupaba por el bienestar de todos e impartía amor a su paso. Altruista de naturaleza y pedagoga de profesión, “la niñita” sí que sabía apropiarse de corazones. Su casa parecía de catálogo, siempre un anís, lista para recibir visitas y ello era muy oportuno pues “la niñita” era un imán para las amistades y el que menos pasaba a saludar a “Dorisita”.

Pero hasta en las mejores familias acaecen desgracias y así pasó. Yo cursaba cuarto de primaria y hubo un apagón en la familia Reina. Mi tía que hace unos días nos enseñaba a unas amigas y a mi a bailar la “chumaichada”,baile típico de Chachapoyas, ahora bailaba al son del cáncer. Su diagnóstico: cáncer al pulmón. Nuestro diagnóstico: tristeza y miedo Terminal. Mi familia no veía venir ese golpe. Todos andaban desolados. Todos menos ella que pronto aprendió los pasos de esta mortal danza y se adueñó de la pista de baile. Venció el cáncer. Así sucedió y desde ese entonces sin darnos cuenta la idealizamos y consagramos interiormente como inmortal.

Pasaron varios años de alegrías. Ella siguió llenándonos de júbilo con su esplendor. Continúo con su trabajo de unirnos cada vez más y de hacer de nuestra parentela una cohesión. Disfrutamos de más reuniones en su casa, mis primos y yo escondiéndonos para que no nos obliguen a bailar con la sonrisa más fingida del mundo, carcajadas y bullicio son elementos congénitos de nuestros encuentros. De pronto, entre la alegría de recibir nuevos miembros en la familia, la niñita tuvo su segundo encuentro con el cáncer, esta vez la lucha fue más reñida. Pero detalles al respecto no daré. Sólo que su cuerpo no venció, más su ánimo… hasta el final incólume quedó.

Por primera vez vi a la congoja apoderarse de mi familia, y para ser sincera de mi persona también. Definitivamente hasta ahora el momento más difícil que he atravesado y que como familia encaramos. Pero decir que es injusto, reflexionar en lo efímero de la vida y otras sobre estimadas verdades queda ya fuera de lugar. Recuerdo que mi última plática con ella giraba en torno a Cantinflas y las sonrisas que le había robado a lo largo de su vida. Fui a darle ánimo pero acabo siendo ella, como siempre, la fuente de ánimo y consuelo.

Mi hermana y mi prima, ambas muy pequeñitas, jugueteaban tranquilas el día del velorio. Recuerdo haberlas envidiado pues sus sonrisas eran sinceras y sus ojos no tenían el rojo acusador de noches seguidas en las que las lágrimas no dieron tregua. Mas después de pensarlo, no, no las envidio en lo absoluto. Porque cada lágrima ha sido bien derramada, porque fui yo la que disfrutó de su compañía y del placer de conocerla. Estoy segurísima de que en unos años más, cuando mi hermana y mi prima escuchen las anécdotas en las que la niñita fue protagonista, ella serán las que sientan envidia.

Entretanto, los Reina se siguen reuniendo, no con la continuidad de antes pues las cosas cambian y muchas hojas del árbol de ésta familia van dispersas por el mundo. Pero todas y cada una de ellas jamás olvidan el lugar al que pertenecen ni dudan de que se les espera con los brazos abiertos. Hace ya casi 4 años que la niñita se fue, pero no habrá tiempo suficiente para que su memoria se esfume, no si en cada sonrisa de los Reina se ve más que reflejada la pícara alegría que de ella dimanaba.

Mmm pero como este clan no es creado por ningún genio hollywoodense, la familia Reina como simples mortales que son, se caracterizan sí por su júbilo y risotadas, pero ay del que los encuentre en su cuarto de hora. Los ánimos caldeados de los miembros de esta familia pueden desencadenar la hecatombe. Pero de las renegadas y ceños fruncidos en otra ocasión se escribirá sino este post no encontrará nunca el final.

Tuesday, March 21, 2006


Agradezco el contar contigo

“Para eso estás, para conquistar el mundo”, dijo él. Entre la bulliciosa caterva y el impenitente sol sostuve una de las clásicas pláticas con un señor al que más tarde presentaré. Los cambios y giros en la vida aparecen los esperes o no. Así estés lista a afrontarlos o no. No les interesa. Caen como la visita menos esperada y sin estar dispuestos a darte tregua. Y entonces viene el proceso de adaptación, proceso que sinceramente no goza de mi total agrado.

Acoto ello, porque justo la conversación con esta persona giraba en torno a mi nueva situación, a mi nueva vida si se le puede decir. Aunque creo que el adjetivo nuevo le queda grande a la realidad. En fin, hablábamos. Estaba yo asumiendo una nueva responsabilidad y reto en mi vida y este personaje consideró apropiado encomiarme y alentarme como lo viene haciendo durante 18 años.

Su desbordante experiencia de vida, sus incontables logros y su altruismo puro saltan a la vista. Cada palabra que profiere aumenta mis ganas de tener una libretita conmigo y perdurar así su sabiduría en el tiempo. Mixtura entre humildad y orgullo, entre autoridad y complacencia, cantidades exactas y perfectas que permiten que entiendas lo que te quiere decir. En realidad, permite que sientas lo que está diciendo.

Esta persona no tiene miedo a soñar en grande. Se proyecta sin reparo alguno. Contagia su idealismo que no ha envejecido a pesar de contar con unas cuantas décadas encima e incluso de haber dedicado una de esas décadas al asesino de ideales por excelencia: la política.

“Tienes que pensar en positivo. Mantente optimista. No hay nada que no puedas lograr”, dijo firmemente sin titubear. La experiencia le permite hablar, pues que no ha hecho esta figura para llegar al lugar donde se encuentra ahora. Lugar con el que no está 100% satisfecho pues ya tiene en mira muchos planes más.

“Sé que lo harás de la mejor manera, así eres tú. Lo dominarás”, aseveró y cada palabra dimanaba una confianza plena. No sentí evidencia de duda alguna. ¡Qué alegría! ¡Qué responsabilidad! Tener a alguien como él
apoyándome las 24 horas del día, tener su confianza depositada en mí es definitivamente una bendición divina.

Asunto por dominar: el idioma francés. Situación nueva: vivir sin mis padres. El personaje: mmm. Escribo esto para que los que no tienen la dicha de conocer a esta persona conozcan aunque sea una pizca de su magnanimidad. En cada pequeño detalle surge una lección de vida si es él quien te acompaña. El texto va dedicado a todos los que no tienen el privilegio de llamar al protagonista de este post, "ABUELITO".

Wednesday, March 15, 2006

PERO APRENDÍ

La noche de ayer me trajo sorpresas. Ordenando los cajones de mi escritorio, y eliminando harta basura que fielmente me ha acompañado por mucho tiempo debido a mi ineptitud para los quehaceres domésticos, encontré una especie de agendita celeste por la cual los años parecían no haber pasado. La abrí con curiosidad, las hojas estaban un tanto pegadas y eso aumentaba mis ansias por saber que contenían aquellas páginas.

Contenido de la agenda: vergonzosas historias de amor, declaraciones secretas que nunca salieron a la luz, palabras llenas de cursilería y de historias que ni yo me las creo. Sí, al parecer fueron mis primeros intentos por escribir, al estilo de Corín Tellado pero mi intención era escribir.

Me sorprendió bastante lo que leí sin poder eliminar un creciente tono rojo de mis mejillas. Yo nunca he sido una romántica soñadora, bueno sí lo soy pero no al estilo del floro barato o la empalagosa cursilería. Eso sólo me gusta verlo en alguna que otra película rosada siempre y cuando el galancito esté a la talla de Adrian Grenier o Shane West. Entonces era incomprensible que haya escrito esas historias sin haber tenido un motor generador de ideas particular, y es ahí donde caigo en cuenta.

Sin precisar fecha exacta y especulando, para la época donde creé estas horrorosas “historias de amor” cursaba yo el primer año de la secundaria. No contaba ni con 13 años encima. Sumergida en las telenovelitas y los primeros amores colegiales que resultaban ser más picantes que los que me ofrecía la caja boba, recuerdo haber querido escribir algo que todos lean. Todos = mis compañeros de clases.

Un grupo de mis amigos estaban escribiendo un libro, al menos eso decían y tenía que ver con su fijación por la blusa blanca de una profesora. Hombres, sí, el grupo de escritores estaba conformado sólo por hombres. No era posible entonces que mis amigos escriban y yo no. Que muestren sus escritos mientras los míos se leían en las actuaciones pero por decisión personal quedaban en el anonimato. Ah no.

Y empecé a escribir. Escribir para otros. Desde la elección de la primera palabra intentando ganar la aprobación de otros. Escribí para que me lean, sólo para eso. Ya recuerdo, y eso me resulta más penoso que mis cursis historias cuya razón de ser ahora comprendo.

Esas historias no llevan nada de mi. Si no estuvieran escritas con mi peculiar e innegable letra jamás aceptaría su autoría. Cada vez que escribo lo hago porque así lo deseo, necesito. No mentiré diciendo que escribo sin tratar de encontrar la palabra más atrayente al lector, para que no lo deje huir del escrito y se quede encerrado entre puntos y comas. Claro que escribo para que me lean, pero jamás volveré a escribir teniendo sólo eso en mira.

Desde hace mucho ya que el escribir se ha vuelto una actividad muy personal para mi. La mayoría de lo que escribo pasa inmediatamente a mi bitácora personal. Frente a la computadora o al papel con la decisión de escribir se presenta un aluvión de ideas, motivos y objetivos. Sí, objetivos, porque siempre escribo para algo. Ya sea eliminar algún pensamiento inquietante de mi ser, mejorar e ir puliendo mi manera de escribir, siempre busco algo en lo que hago. Y, obvio, si es el caso pues que me lean.

Si por mi deseo de que una de mis historias sea muy popular y leída, en el contexto de mis doce años, llegué a producir algo titulado “Todas las caras del amor” misma producción de Televisa, es aquí donde me comprometo a no volver a mermarle el valor que tiene el escribir. No interferir más en el proceso creativo sólo por buscar ser leída, no poner reparos a lo espontáneo porque tal vez a la mayoría no le guste.

¿Las historias cumplieron su propósito? ¿Deleitaron a mis amigos y compañeros de clase? Gracias a un momento de lucidez, NO. Nunca las enseñé. Probablemente al terminarlas y leerlas me di cuenta que no eran las historias con las que quería que mis amigos me relacionen. Esas historias nadie las leyó, hasta ahora nadie las ha leído ni leerá. Al acabar de recoger la basura me aseguré de dejar espacio en la bolsa para mis cursis relatos.

Aunque pensándolo bien, mejor las conservo. Total, probablemente sean las historias que mayor lección hayan encerrado para mi hasta ahora. Paradójico. De toda historia que creo me propongo tenazmente aprender algo y a veces no lo logro. De estas historias aprendí sin proponérmelo.

Gracias a mi pereza la bolsa de papeles, de basura aún sigue aquí y ellas también.

Saturday, March 11, 2006

Caí en tentación

Infalible. Cada vez que estoy muy triste, molesta, nerviosa, preocupada, feliz, ansiosa, en fin cada vez que estoy “muy algo”, ESCRIBO.
Escribir es el desfogue perfecto para todas las emociones de mi ser. La pluma va trazando sus pasos de baile en el papel, y por fin mi alma va depurándose de todo lo que la aqueja. Claro, por todo este rollo de la tecnología también el sonido típico del teclear advierte a mis familiares que no estoy, que intento transportarme a un mundo creado por mi, que intento dotar a este mundo de todo lo que necesite para que pueda independizarse de la realidad y así al leerlo yo también me desligue de la monotonía de los días.

Todo el que me conoce sabe que odio la computadora, que la tecnología en sí a mi no me facilita la vida, que me la complica y dificulta porque mi mente con los botones y cablecitos no se entiende. Sí, re primitiva, lo sé. Así funciono pues. En cambio, la pluma y el papel son mis fieles aliados, con ellos no te llevas sorpresitas inoportunas. Nada que ya estás terminando un texto, un trabajo, lo que fuere y en eso te acuerdas de la madre de todos los científicos porque por razones que debido a mi ignorancia desconozco, de tu trabajo solo queda el cursor que sigue parpadeando. Es como si estuviera listo para que empieces a escribir todo de nuevo, como si se burlara de tu desgracia y dijera: “No importa, total las ideas y el tiempo a ti te sobran”.

Pero a pesar de mi rechazo por las computadoras y sé que es mutuo, porque siempre pierdo mis trabajos, admito que son un mal necesario. Para mi, claro está. Todo esto del blog está en boga, y me parece interesantísima la oportunidad de hacer públicas ciertas ideas que de los papeles amarillentos archivados en el último cajón de mi cómoda no han pasado. Comunico entonces que ya llegué a “bloggerlandia”, y que pienso quedarme por estos lares.

¿Qué es lo que busco con “Adictiva Ironía”?. Teniendo en cuenta que no necesariamente mi afán y deslumbramiento por el arte de escribir me permite fungir de buena escritora, entonces necesito de las críticas y las prácticas. Recién empiezo en este proceso de formación, aprendizaje al cual me encuentro totalmente dedicada. Porque existen cosas en mi vida que no me interesan hacerlas realmente bien, sobresalir haciéndolas (y ese enunciado no lleva nada de mediocridad), pero el escribir, ay, el escribir es el aliciente más fuerte que encuentro, escribir bien para mi es cuestión de vida o muerte.
Escribir es poder comunicarme, poder exteriorizar lo que realmente llevo en mi, es lograr la convención perfecta entre mis pensamientos y las palabras, logrando así la convención perfecta entre los seres que me rodean y yo. Algo tan básico y necesario gracias a palabras inertes esperando por el hálito de vida proveniente de una insaciable imaginación.


Así que admito que no puedo resistirme más a la oportunidad de tener otro lugar donde escribir y por ello a pesar de mi fobia a las máquinas, caí en tentación y aquí queda como prueba de mi debilidad “Adictiva ironía”.